Si la novedad radica en que millones de cubanos podrán ver un filme recientemente estrenado en la pantalla grande a nivel mundial y disfrutarán de él, pues es una agradable novedad.
Vayamos a la parte del asunto a la que se refiere PENULTIMOS DIAS: Que en Cuba no se paga derecho de autor por esta exhibición en la pequeña pantalla. La verdad es que, aunque esos infelices puedan verla, sólo accederán a lo que pueda darles como máximo algún TV chino Panda o de los que sus sacrificados familiares en USA les han comprado. Se tratará además de una copia que no debe brillar por su calidad. No van a contemplar el ejemplar que tiene seguramente Fidel Castro ni lo harán en su pantalla de plasma.
Volviendo al asunto del copyright; en efecto, en Cuba no se paga ese derecho a nadie lo cual no ha parecido escandalizar demasiado, en primer lugar porque la TV cubana se vé solamente dentro de la isla (verla por internet ya es trabajoso y un alarde de sadomasoquismo), es un país al que los afectados autores no pueden reclamar nada pues perderían el tiempo a menos que sometieran el asunto a arbitraje internacional técnico-judicial.
Son incontables los programas en Cuba, tanto de radio como de televisión, que utilizan como banda sonora música de intérpretes extranjeros. Están los documentales y noticieros ICAIC con música de Emerson, Lake and Palmer, Asia o Pink Floyd y se han hecho novelas o espacios de aventuras en los que ocasionalmente se insertaban recortes de películas o material registrado, algo que utilizaba mucho Severino Puente entre otros.
Oliver Stone fué a Cuba, entrevistó a Fidel Castro, se rió con él y compartió las andanzas del octogenario dictador, Steven Spielberg, lo mismo y así se pueden citar otros más o menos sobresalientes. Ninguno de ellos habló una palabra sobre su derecho de autor violado. No se ha producido ni por asomo algo como los conocidos pleitos entre Bacardí y Havana Club (Pernod-Ricard) ni creo que vaya a ocurrir ya. No tienen la misma connotación ni los mismos efectos. No creo tampoco que propiciar que millones de hambreados cubanos (de comida y de entretenimientos) disfruten de una mala copia de un filme de estreno vaya a hacer algo como para poner el grito en el cielo. En todo caso, que pasen la factura después que el actual gobierno cubano desaparezca, a ver quien se la vá a pagar.
Vayamos a la parte del asunto a la que se refiere PENULTIMOS DIAS: Que en Cuba no se paga derecho de autor por esta exhibición en la pequeña pantalla. La verdad es que, aunque esos infelices puedan verla, sólo accederán a lo que pueda darles como máximo algún TV chino Panda o de los que sus sacrificados familiares en USA les han comprado. Se tratará además de una copia que no debe brillar por su calidad. No van a contemplar el ejemplar que tiene seguramente Fidel Castro ni lo harán en su pantalla de plasma.
Volviendo al asunto del copyright; en efecto, en Cuba no se paga ese derecho a nadie lo cual no ha parecido escandalizar demasiado, en primer lugar porque la TV cubana se vé solamente dentro de la isla (verla por internet ya es trabajoso y un alarde de sadomasoquismo), es un país al que los afectados autores no pueden reclamar nada pues perderían el tiempo a menos que sometieran el asunto a arbitraje internacional técnico-judicial.
Son incontables los programas en Cuba, tanto de radio como de televisión, que utilizan como banda sonora música de intérpretes extranjeros. Están los documentales y noticieros ICAIC con música de Emerson, Lake and Palmer, Asia o Pink Floyd y se han hecho novelas o espacios de aventuras en los que ocasionalmente se insertaban recortes de películas o material registrado, algo que utilizaba mucho Severino Puente entre otros.
Oliver Stone fué a Cuba, entrevistó a Fidel Castro, se rió con él y compartió las andanzas del octogenario dictador, Steven Spielberg, lo mismo y así se pueden citar otros más o menos sobresalientes. Ninguno de ellos habló una palabra sobre su derecho de autor violado. No se ha producido ni por asomo algo como los conocidos pleitos entre Bacardí y Havana Club (Pernod-Ricard) ni creo que vaya a ocurrir ya. No tienen la misma connotación ni los mismos efectos. No creo tampoco que propiciar que millones de hambreados cubanos (de comida y de entretenimientos) disfruten de una mala copia de un filme de estreno vaya a hacer algo como para poner el grito en el cielo. En todo caso, que pasen la factura después que el actual gobierno cubano desaparezca, a ver quien se la vá a pagar.
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