Y sigue la carga contra Yoani Sánchez y el blog Generación Y. Los últimos demuestran ya el paroxismo del furor. Yoani no ha roto su costumbre habitual de no responder a los insultos y mentiras propagadas por el mal llamado periodismo oficial cubano pero esta vez ha decidido romper una lanza para aclarar, no a esa jauría cibernética castrista sino a los que quizás han sido algo confundidos por la incesante propaganda antigeneración Y.
Pretender que presuntos periodistas como M.H.Lagarde comprendan o quieran comprender lo que explica Yoani es querer ya que le salgan manzanas a la mata de caimito. A estos dóciles perros de ciberespacio, se unen otros fuera de Cuba, el tipo de personajes de siempre: envidiosos, amargados, mediocres y egocéntricos. Tal vez uno de los más destacados sea José Varela, que se fué de Cuba siendo gusano como todo el que se iba y después, producto de no se sabe que oscuros entresijos de su mente atiborrada de odio y cuerpo de esteroides ha decidido ganarse el favor del antigüo amo. ¿Y de qué mejor manera que con el puchimbá de turno del régimen cubano? No creo que pase una semana sin que este ganado de sinvergüenzas en su afán por complacer las órdenes, no saque algún comentario burlándose de Yoani Sánchez o difamándola. Su furia aumenta proporcionalmente al digno silencio de la agredida. Lo más cobarde que los caracteriza es que precisamente se saben a cubierto. Los Varelas, Edmundos o Arucas están amparados por la ley de un país democrático en el que pueden exponer libremente lo que piensan o lo que les mandan a decir sin que se les pueda impedir hacerlo y mucho menos ponerles una mano encima. Los malolientes reptiles como Lagarde, Norelys o Yohandry se saben protegidos igualmente por quien detenta el poder, por quién tiene la fuerza y les proporciona más combustible.
La figura de Yoani, en su aparente fragilidad física, se agiganta frente a estos pigmeos morales emblemas de cobardía, bajeza y mediocridad.
Pretender que presuntos periodistas como M.H.Lagarde comprendan o quieran comprender lo que explica Yoani es querer ya que le salgan manzanas a la mata de caimito. A estos dóciles perros de ciberespacio, se unen otros fuera de Cuba, el tipo de personajes de siempre: envidiosos, amargados, mediocres y egocéntricos. Tal vez uno de los más destacados sea José Varela, que se fué de Cuba siendo gusano como todo el que se iba y después, producto de no se sabe que oscuros entresijos de su mente atiborrada de odio y cuerpo de esteroides ha decidido ganarse el favor del antigüo amo. ¿Y de qué mejor manera que con el puchimbá de turno del régimen cubano? No creo que pase una semana sin que este ganado de sinvergüenzas en su afán por complacer las órdenes, no saque algún comentario burlándose de Yoani Sánchez o difamándola. Su furia aumenta proporcionalmente al digno silencio de la agredida. Lo más cobarde que los caracteriza es que precisamente se saben a cubierto. Los Varelas, Edmundos o Arucas están amparados por la ley de un país democrático en el que pueden exponer libremente lo que piensan o lo que les mandan a decir sin que se les pueda impedir hacerlo y mucho menos ponerles una mano encima. Los malolientes reptiles como Lagarde, Norelys o Yohandry se saben protegidos igualmente por quien detenta el poder, por quién tiene la fuerza y les proporciona más combustible.
La figura de Yoani, en su aparente fragilidad física, se agiganta frente a estos pigmeos morales emblemas de cobardía, bajeza y mediocridad.